sábado, 12 de julio de 2014

Ella y yo

Pensaba que ella era exactamente lo que yo no. Ya sabés, todo eso grandioso que yo fui un día para vos. Tener 16 años, ser bonita, inteligente y talentosa. Una vida prometedora, y sobre todo tiernamente dulce e inocente. No es que realmente haya sido todas esas cosas cuando tenía 16 años, o cuando tenía cualquier edad. Es que eso fui para vos un día, y como me dijiste que siempre sería esa niña, supongo que lo sigo siendo y lo seré. Aunque esto no era para hablar de mí.
Intentaba hablar de ella: no es bonita, ni lo fue a sus 16 años. No es inteligente, y no estoy segura si es talentosa, o dulce o inocente. Pensaba que no, que no lo sería. Aunque también suponía que habría algo bonito en ella para que te enamoraras, algo que yo no podía ver. Algo que tuviera que ver conmigo. Algo teníamos que tener en común aparte de ser las mujeres de las que te enamoraste.
Ahora tenemos dos cosas en común: te enamoraste y te desenamoraste de ella y de mí.
De cierta forma es un alivio, aunque sigue siendo un golpe a mi ego saber que ella no es tan bonita ni tan inteligente como yo a los 16.
Ayer la vi, nadie más me vio. Estabas vos, y estaba ella. Y vos ya no eras la persona sincera que sos solamente cuando estás enamorado de alguien, sos esa persona que habla, sonríe, pero nunca es totalmente sincera. Totalmente vos. Por alguna razón solo podés ser vos cuando amas a alguien. No sé porqué te pase eso. Así fue que supe que la habías dejado de amar, y así fue que supe también que me dejaste de amar muchos días después de lo que confiesas… aunque sea una extraña paradoja. Mentirme  ha sido tu mayor muestra de amor, pero bastante idiota porque me destrozó. Sé que no era tu intención, por eso fue una bonita muestra de amor. De nuevo, me voy de tema.
La cuestión es que los vi y descubrí torpemente que vos ya no estabas enamorado de ella, pero ella seguía, aun después de tanto tiempo, enamorada de vos. Actuaba estúpida, como una niña estúpida que apenas pasa la mayoría de edad, e intenta aparentar que no te ama y conquistarte a la vez.
Ahí lo descubrí: la tercera cosa que teníamos en común. Actuábamos como niñas estúpidas cuando estamos enamoradas y solas.